Más de 100 organizaciones han firmado una carta abierta pidiendo a la industria de la inteligencia artificial (IA) y a los reguladores que reduzcan los impactos ambientales negativos de esta tecnología. Esto ocurre justo antes de una importante conferencia de IA en París, donde se reunirán líderes de la industria, jefes de estado, académicos y organizaciones sin fines de lucro.
La carta, que cuenta con el apoyo de grupos reconocidos como Amnistía Internacional y el AI Now Institute, señala que hay “cada vez más evidencia” de que los sistemas de IA están aumentando las emisiones, fomentando la dependencia de fuentes de energía no renovables y agotando recursos críticos. A pesar de esto, se está haciendo poco para abordar estos problemas, mientras que el sector tecnológico y los gobiernos justifican más inversiones en IA.
“IA nunca puede ser una ‘solución climática’ si funciona con combustibles fósiles”, dice la carta. Los firmantes exigen que los sistemas de IA sean compatibles con los límites planetarios. Piden que la infraestructura de IA, incluidos los centros de datos, sea libre de combustibles fósiles. La rápida construcción de infraestructura para desarrollar y operar IA ha puesto a prueba las redes eléctricas, obligando a algunas empresas a recurrir al carbón y otras fuentes de energía contaminantes.
La carta menciona que el consumo eléctrico de los centros de datos a nivel global podría duplicarse a más de 1,000 teravatios para 2026, lo que equivale al uso anual de electricidad de Japón. Este aumento en la demanda está llevando a las infraestructuras de energía al límite, prolongando la dependencia de combustibles fósiles, cuya contaminación está relacionada con problemas de salud pública.
Además, se insta a los gobiernos y empresas tecnológicas a garantizar que los nuevos centros de datos no agoten los recursos hídricos y de tierra, y a mantener la transparencia sobre los impactos ambientales de la IA a lo largo de su “ciclo de vida”. Los centros de datos, que pueden ocupar millones de pies cuadrados, requieren mucha agua no solo para enfriar los chips, sino también para mantener niveles de humedad seguros para el equipo informático. Se estima que si 1 de cada 10 residentes de EE. UU. pidiera a ChatGPT, el chatbot de OpenAI, que escriba un correo electrónico a la semana, esto costaría más de 435 millones de litros de agua.
Los firmantes de la carta afirman que sus demandas “representan el mínimo necesario” para mitigar el daño continuo de la expansión descontrolada de la IA. “Los países y comunidades más vulnerables al cambio climático son los primeros en sufrir los efectos negativos de la IA y sus demandas computacionales, y tienen menos voz en su desarrollo”, dice la carta. “Debemos ir más allá de ver el progreso tecnológico como inherentemente beneficioso o ilimitado, y en su lugar priorizar procesos de IA que contribuyan de manera significativa a la sociedad mientras minimizan el daño ambiental y humano”.
Lamentablemente, en EE. UU., donde se encuentran la mayoría de las grandes empresas de IA, se ha indicado que se pretende fomentar el crecimiento a toda costa. El presidente Donald Trump ha declarado que utilizará una declaración de emergencia energética para aprobar rápidamente nuevas plantas de energía para los centros de datos de IA, incluidas aquellas que usan carbón como energía de respaldo. También ha prometido acelerar las aprobaciones ambientales y otros permisos para cualquier empresa que realice una inversión de $1,000 millones o más en el país.