Un nuevo informe de Capgemini revela que casi la mitad de los ejecutivos encuestados creen que el aumento de los gases de efecto invernadero se debe a los proyectos de inteligencia artificial (IA). Sin embargo, solo el 12% de las empresas mide la huella de carbono de su IA generativa, lo que dificulta la evaluación de su impacto ambiental.
La creciente popularidad de la IA ha llevado a un aumento en el uso de centros de datos que requieren grandes cantidades de electricidad y agua para su refrigeración. Esto ha generado críticas sobre los costos ambientales de esta tecnología en comparación con sus beneficios.
A pesar de que las empresas son cada vez más conscientes de los efectos ambientales de la IA, medir estos impactos sigue siendo complicado. La mayoría de las organizaciones dependen de modelos preentrenados de terceros, lo que limita su control sobre las emisiones. Solo un 4% desarrolla sus propios modelos, mientras que más del 75% utiliza soluciones ya existentes.
Algunas empresas están buscando utilizar modelos más pequeños para reducir su impacto ambiental y están explorando opciones de energía renovable. Sin embargo, la sostenibilidad no es una prioridad alta para muchos ejecutivos; solo uno de cada cinco la considera un factor clave en la toma de decisiones.
Además, los proveedores de modelos de IA rara vez divulgan información sobre su impacto ambiental, lo que complica aún más la identificación de estos efectos. Capgemini sugiere que las empresas deberían considerar el uso de modelos más pequeños y específicos para tareas, así como elegir hardware eficiente y centros de datos ecológicos para mejorar la sostenibilidad de su infraestructura.
El informe también destaca la necesidad de establecer una gobernanza más clara sobre el uso ético y sostenible de la IA generativa. Según Cyril Garcia, responsable de Servicios de Sostenibilidad Global y Responsabilidad Corporativa de Capgemini, es crucial que haya una discusión en el mercado sobre la colaboración de datos y la creación de estándares de la industria para contabilizar la huella ambiental de la IA. Esto permitirá a los líderes empresariales tomar decisiones más informadas y responsables, y mitigar los impactos negativos.