El uso de la inteligencia artificial (IA) para acelerar el desarrollo en biotecnología se está convirtiendo rápidamente en una práctica común. Las empresas que ofrecen servicios para implementar esta tecnología de manera rápida están viendo un aumento significativo en la demanda y nuevas inversiones. Cradle es una de estas empresas, especializada en el diseño de proteínas, que recientemente recaudó 73 millones de dólares para expandir sus laboratorios y su equipo.
Cradle surgió en 2022 como parte de una nueva ola de empresas que exploran el uso de modelos de lenguaje en biotecnología. Su fundador y director ejecutivo, Stef van Grieken, describió de manera memorable las cadenas de aminoácidos y bases como “un lenguaje de programación alienígena”, aunque un modelo de IA puede interpretarlo hasta cierto punto. La estrategia de la empresa es acelerar las pruebas de biomoléculas grandes, como las proteínas, que tienen múltiples aplicaciones en medicina e industria, buscando y recomendando secuencias que mejoren características deseables.
Por ejemplo, si tienes una proteína útil pero deseas que sea más resistente al calor, el modelo busca secuencias que tienden a descomponerse a temperaturas más altas y sugiere alternativas que no alteren sus funciones. Después de una ronda de inversión de 24 millones de dólares en 2023, Cradle ha estado trabajando para atender a clientes en los sectores de biotecnología y farmacéutica. Van Grieken mencionó que las empresas valoran principalmente la aceleración y el ahorro de costos que se obtienen al realizar menos experimentos para lograr la molécula deseada.
“Las empresas que desarrollan productos como terapias con anticuerpos para ciertas enfermedades o enzimas para detergentes suelen realizar docenas de rondas experimentales para mejorar la eficacia, seguridad y capacidad de fabricación de su proteína”, explicó en un correo electrónico. Estas rondas experimentales pueden costar decenas o cientos de miles de dólares y consumir mucho tiempo. Además, hay un componente de azar y conjeturas en el proceso, y cualquier método que ayude a reducir esta incertidumbre es bienvenido.
El modelo de negocio de Cradle, que es simple y basado en software como servicio (SaaS), ha demostrado ser popular, ya que no hay que preocuparse por regalías, reparto de ingresos o problemas de propiedad intelectual. Van Grieken destacó que la competencia se divide en dos grupos: aquellos que realizan asociaciones cercanas para co-desarrollar un medicamento o proceso, y aquellos, como Cradle, que ofrecen estrictamente un servicio de software.
“Creemos que la IA en el descubrimiento y desarrollo de medicamentos se convertirá en una mercancía y cualquier equipo debería tener acceso a ella”, afirmó. Aunque Cradle desarrolla software, sigue siendo una empresa de biotecnología. “Tenemos un laboratorio en Ámsterdam donde realizamos pruebas A/B en diferentes tipos de proteínas y desarrollamos ‘Conjuntos de Datos Fundamentales’ que ayudan a los modelos a aprender propiedades de las proteínas que benefician a todos nuestros clientes”, comentó Van Grieken.
Además, deben entrenar y ajustar regularmente los modelos a partir de estos conjuntos de datos. La ronda de inversión de 73 millones de dólares, liderada por IVP, con la participación de Index Ventures y Kindred Capital, se destinará a la construcción del laboratorio y a la contratación de personal. “Nuestro objetivo ahora es poner el software de Cradle en manos de un millón de científicos”, concluyó Van Grieken en un comunicado de prensa.