La inteligencia artificial (IA) ha permitido que los robots “escuchen” y “vean” el mundo para entender órdenes humanas y realizar tareas de manera más eficiente. Ahora, los investigadores de IA de Meta están probando formas para que los robots imiten el sentido del tacto. La división de Investigación Fundamental en IA (FAIR) de Meta ha lanzado un conjunto de herramientas que podrían permitir a los robots detectar, interpretar y reaccionar a lo que tocan. Esto haría que incluso un brazo robótico básico sea lo suficientemente sensible como para manejar objetos delicados sin dañarlos, ampliando su utilidad en diferentes entornos.
Meta presentó una combinación de nuevas tecnologías que trabajan juntas para dotar a los robots de la capacidad de sentir. La tecnología de detección de tacto llamada Sparsh permite a la IA identificar aspectos como presión, textura y movimiento sin necesidad de una gran base de datos. Es similar a cómo una persona puede sentir algo en la oscuridad y describirlo, incluso sin saber qué está tocando.
Para enviar información sobre lo que el robot está tocando al modelo de IA, Meta se unió a una empresa llamada GelSight para crear un “dedo robótico” llamado Digit 360. Los sensores en Digit 360 son muy sensibles, lo que permite a la IA no solo determinar detalles sobre el objeto que toca, sino también aplicar la presión adecuada para tareas como levantar o girar el objeto.
Para el resto de la mano robótica, Meta desarrolló un sistema llamado Plexus en colaboración con Wonik Robotics, que distribuye múltiples sensores táctiles a lo largo del dispositivo. Meta afirma que Plexus puede imitar el sentido del tacto humano lo suficiente como para manejar objetos frágiles o de formas incómodas.
La mano robótica puede trabajar en conjunto con estas tecnologías para mejorar su funcionalidad. Meta explicó que “la mano humana es maravillosa para enviar información táctil al cerebro, lo que permite activar los músculos de la mano al tomar decisiones, como al escribir en un teclado o interactuar con un objeto caliente”. Lograr una IA encarnada requiere una coordinación similar entre la detección táctil y la acción motora en una mano robótica.
Las manos robóticas que pueden “sentir” y están conectadas a una IA capaz de interpretar esas sensaciones podrían ser muy útiles. Por ejemplo, asistentes quirúrgicos robóticos podrían detectar cambios sutiles en el cuerpo y responder más rápido, realizando movimientos precisos y suaves que igualen o superen las respuestas humanas. También podrían fabricar dispositivos delicados sin romperlos y coordinarse mejor entre múltiples manos robóticas, como lo hacen los humanos.
Además, esta tecnología podría hacer que las experiencias virtuales se sientan más reales, utilizando el entendimiento de cómo deberían sentirse los objetos y entornos para informar sus contrapartes virtuales.
La IA no solo está imitando el sentido del tacto; investigadores de Penn State han demostrado cómo modelos de IA conectados a una lengua electrónica pueden simular un sentido del gusto lo suficientemente bueno como para detectar pequeñas diferencias en sabores. Mientras tanto, una empresa llamada Osmo ha enseñado a modelos de IA a emular un sentido del olfato que supera al humano, demostrando que su IA puede analizar un aroma con suficiente precisión para recrearlo desde cero al seleccionar y combinar químicos sin intervención humana.